P.A.C. de Ciencias Sociales
Diario de Kentho
Cómo es:
Se llama Kentho, vive a principios del paleolítico superior, y, a pesar de ser un Homo sapiens su clan no quiere perder la viejas costumbres por tanto, sigue siendo un ermitaño, es cazador, pero también sabe pescar,
recolectar, fabricar armas y útiles para al clan. También sabe coser, puesto
que su mujer le ha enseñado.
Vive en la montaña, así que hace bastante
frío tanto en verano como en invierno. La mayor parte del invierno, está todo
el día nevando con fuertes ventiscas, los veranos son más suaves y
aprovechan para recolectar y cazar para sobrevivir durante todo el invierno.
Día 1: El ataque del bisonte
Hace frío, se nota que estamos en
las montañas. Esta mañana el suelo estaba cubierto por una capa blanca, fría y
blanda.
Hoy he ido a cazar con los hombres
de mi clan, ha sido muy excitante, aunque ha uno de mis compañeros, Nobuk, el
bisonte que hemos ido a cazar le ha clavado uno de sus afilados cuernos en el
pecho y está muy malherido, pero el bisonte ha tenido su merecido, lo hemos
cazado junto con otras dos liebres y nos lo vamos a cenar esta noche mientras
celebremos la caza alrededor del fuego. Pero antes, tenemos que ir a
entrenar con los niños para que cuando se conviertan en adultos, sepan
cazar como tales.
El día no ha ido tan bien como
pensaba, no se ha celebrado la fiesta alrededor del fuego, es más, no se ha
hablado en toda la cena puesto que la herida en el pecho de Nobuck no se ha
podido curar y como no tenemos demasiados recursos, ha muerto.
Día 2: Preparación para la
prueba
Los niños aprenden rápido, pasado
mañana tendrán que ir a superar la prueba para convertirse en adultos, el jefe
del clan les ha dicho que tiene algo especial, pero no me gustó el tono en el
que lo dijo, sea lo que sea no puede ser nada bueno. De todas formas creo que
por muy malo que sea, podrán con ello, porque saben cazar, pescar, hacer un
buen fuego, fabricar lanzas, flechas, hacer sílex, recolectar...
Hoy hemos enterrado el cuerpo de
Nobuck, su mujer estaba muy triste, se le han caído algunas lágrimas pero ella
es fuerte. Le hemos puesto todos sus tesoros en la tumba junto con cosas
nuestras para que se acuerde de nosotros en el más allá. Jamás le olvidaremos,
por lo menos yo.
Día 3: Primeras sospechas
Ahora que hemos llegado al bosque me
he fijado en que el jefe lleva preparado un gran trozo de carne en su bolsa,
espero que no sea para atraer al oso que hace 7 lunas mató a tres de los
nuestros en una expedición de caza, bueno, no sé para qué es pero se están
empezando a escuchar ruidos de un animal salvaje acercándose, y presiento que
no solo quiera comerse la carne de la bolsa.
¡He visto al oso! Me lo temía, el
jefe quiere matarnos a todos, y ahora sé porqué, cuando él fue a hacer su
prueba un dientes de sable le atacó y mató a su mejor amigo ahora quiere que sufran
los demás y por lo que parece le dan igual las consecuencias.
Día 4: La investigación da resultado
Mientras los niños estaban asustados
y preparados para la prueba, las madres también muy asustadas estaban
fabricando vestidos con las pieles de animales que los hombres cazaron en lunas
anteriores. Utilizaron unas nuevas agujas de hueso y, como hilo, usaron los
tendones del bisonte cazado hace dos lunas.
En el bosque, los niños
esperaron, cuando de repente apareció un oso cavernario se lanzó sobre Luna
Creciente, un niño del clan, le descuartizó hasta matarle. Los demás niños del
clan es abalanzaron sobre el oso con lanzas, flechas y sílex. El oso intentó
defenderse, pero no sirvió de nada. Los niños mataron al oso así convirtiéndose
en hombres adultos.
Cuando
llegaron a la aldea los niños con el cuerpo del oso, las madres se alegraron
mucho hasta que llegó Pequeño Alce con los restos del cuerpo del niño muerto.
La madre no podía soportar tanto dolor y cogió un sílex y se lo clavó en el
pecho dejando un gran agujero. Todo el clan se acercó a la madre y al niño,
menos el jefe que ordenó a tres hombres llevarse los cuerpos. Se acordó, para
mañana hacer un ritual para invocar a los dioses en nombre de la mujer, el
cazador y el niño que habían muerto.
Día 5: El ritual
Hoy tenemos
que ir a cazar, intentaremos cazar más que otros días, porque mañana nos iremos
más allá de las montañas a otra cueva, porque nuestro clan se hace más grande y
porque ahora somos más adultos. Cuando ya estábamos en el bosque preparados,
localizamos una gran manada de ciervos, mientras pasaban por nuestro lado nos abalanzamos
sobre cuatro de ellos y los conseguimos matar. Cuando llegamos a la aldea las
mujeres habían preparado ya los agujeros para enterrar a los muertos y
habían recolectado frutos como moras y frutos rojos. El sol empezó a caer
y estábamos hambrientos pero esa noche no podíamos comer nada, porque si no, no
nos quedarían reservas para mañana. El ritual empezó, y el hechicero hizo un
gran fuego e invocó a los espíritus, era impresionante. Las mujeres prepararon
el enterramiento. Para recordar a los muertos de estas lunas cercanas,
fabricamos la pintura con el huevo de un ave y algunos minerales como el carbón
y pintamos cuando nos estamos comiendo al bisonte y cuando los niños derrotaron
al oso.
Día 6: El cambio
Al amanecer cuando el sol ni se
había levantado, íbamos a partir. Cogimos todas las reservas y empezamos a
andar.
Según avanzábamos la capa gruesa y blanca se iba convirtiendo en agua y
había menos, los árboles eran cada vez más grandes y el sol deslumbraba más.
Paramos a comer un poco del ciervo que cazamos ayer. No queríamos comer más
para que luego pudiéramos cenar.
Seguimos andando más y estábamos todos muy
cansados. Cuando entonces a un hombre del clan le salieron unas manchas rojas
en la pierna y la pierna se le hinchó, no podía andar, así que les dijo a
los del clan que le mataran para que ellos no tuvieran que cargar con él
hasta la cueva y que él no sufriera. Por lo tanto, yo cogí una lanza y se la
clavé en la cara. Me dio pena, pero a la vez alivio, él no sufre y nosotros
tampoco. El jefe me felicitó y me cambió el nombre a Valiente Centella, estaba
contento y alagado.
Cuando la noche iluminaba el cielo a mi me tocaba llevar el
ciervo. Un poco más tarde cenamos un ciervo entero y nos fuimos a dormir.
Día 7: Nueva responsabilidad
Cuando me
desperté era el único que estaba levantado, todos los demás estaban dormidos en
la pequeña cueva. Mi amigo Tutark me vio y se levantó, me dijo que su
mujer y él estaban enfermos y que no iban a vivir mucho más, después me
pidió que cuidara de su bebé Raghta que es muy pequeño. Le dije que no podía
cuidar de el porqué no tendría tiempo y él me dijo que lo hiciese por las
generaciones futuras, así que he aceptado.
Día 8: Dificultades
Estamos sin
comida nos gastamos ayer la que quedaba. No podemos parar de caminar para
encontrar en otra cueva pero tampoco podemos ir sin comida, así que nos hemos
repartido el trabajo. Las mujeres se han quedado haciendo un fuego y los
hombres nos hemos ido a cazar en un valle cercano a nosotros. Pero nos hemos
encontrado con unas huellas extrañas y en el cielo hay un montón de aves que
parecen peligrosas y nos están observando y acechando.
Día 9: En peligro
Ha pasado
una luna entera y solo hemos cazado cuatro liebres, no sé como aún tengo la
esperanza de que podamos salir de aquí con vida y lleguemos al otro lado de la
montaña, donde está la cueva a la que vamos. Las aves enormes nos siguen
y ya nos han atacado unas cuantas veces. Hemos encontrado una pequeña cueva de
la que sale un ruido infernal. Uno de nuestros compañeros se ha acercado
y un dientes de sable se le ha tirado encima y le ha desgarrado el cuello
con sus potentes fauces y le ha dejado una herida terrible. Hemos atacado al
dientes de sable defendiendo a nuestro amigo aún sabiendo que iba a morir y le
hemos matado... Pero yo sé que hay más dentro de la cueva.
Día 10: Por los pelos
Nos introdujimos en la cueva para ver lo que había.
Encontramos diferentes pasillos, así que decidimos dividirnos en tres grupos,
cada uno iría por un pasillo diferente, así iríamos más rápido y en poco
tiempo y luego volveríamos todos a la entrada de la cueva.
Yo formaba parte del primer grupo, así que fuimos por
el pasillo de la izquierda. Cuando estábamos más o menos por el medio del
pasillo vimos un montón de piedras y palos y decidimos hacer fuego y antorchas,
eso nos alumbraría el camino.
Seguimos caminando, cuando de repente, se me lanzó un
dientes de sable, me tiró al suelo, le sujeté la boca con una mano para que no
me mordiera y con la otra cogí una lanza y se la clavé en el estómago y acabó
muriendo.
El pasillo era largo, así que, decidimos volver al
principio de la cueva, todos nos estaban esperando preocupados.
Ya era muy tarde, se hizo de noche y nos dormimos pensando
que mañana sería un gran día.
Día 11: El reencuentro
Cuando empezó a amanecer, los rayos del sol atravesaron
mi campo de visión y me desperté. Al abrir los ojos vi algo espléndido en la
cueva, había unas bonitas pinturas en las paredes, eran dibujos de animales y
personas cazando, desperté a todos y se quedaron alucinados de tanta hermosura.
Había amanecido un día muy claro y todo se veía mejor,
entonces decidimos que esa cueva era perfecta y que no necesitábamos ir a la
del otro lado de la montaña, además habíamos visto muchos animales por los
alrededores, con lo cual tendríamos alimento y no nos tendríamos que alejar
mucho de la cueva para cazar.
Decidieron ir a buscar a las mujeres y a los niños y
traerlos a la cueva para disfrutarla.
Cuando cogimos nuestras lanzas y nos fuimos, nos dimos
cuenta de que no sabíamos dónde estaban las mujeres, así que nos dedicamos a
seguir nuestras huellas y tardamos un poco más de lo previsto.
Durante el camino yo estaba pensando en cómo estarían
las mujeres y los niños, estaba un poco preocupado, pero una parte de mí decía
que no les había pasado nada, que estarían bien, y eso me daba ánimos para
seguir adelante.
Tardamos un poco en encontrarlos, pero al final los vi
a todos debajo de un árbol durmiendo, me alegré y fui corriendo hacia ellos,
cuando se despertaron me dijeron que Tutark, que se había quedado con ellos debido
a su estado, y su mujer habían muerto y que dejaban a su hijo en mis manos para
que yo lo cuidara.
Día 12: Por fin, sin problemas y felices.
Les contamos que habíamos encontrado la cueva perfecta
para vivir, se alegraron todos mucho y enseguida nos pusimos en marcha.
Mientras caminaba llevaba en brazos al hijo de Tutark,
que ahora me tocaba cuidarle a mí, pero lo que no nos dábamos cuenta ninguno,
era que no habíamos memorizado donde se encontraba la cueva.
Se nos hizo de noche, se puso a llover, así que nos
metimos debajo de un montón de árboles grandes que había en la zona, y con las
pieles que teníamos y algunos palos, nos refugiamos. Después paró de llover,
pero estábamos tan cansados que acabamos muertos de sueño.
Decidimos pasar allí la noche y seguir caminando
cuando empezara a amanecer.
Al despertarnos, enseguida me di cuenta de que la
cueva se divisaba a lo lejos, avisé a todos y nos pusimos en marcha con los
niños delante nuestra corriendo, gritando y saltando por todas partes, en ese
momento las pinturas de la pared relucían.
Cuando nos acoplamos dentro de nuestra nueva cueva,
fuimos a cazar algunos animales, teníamos hambre y podíamos conseguir mucha
comida, todos estábamos muy felices.